sábado, 15 de noviembre de 2008

Iván Simonovis

Tengo el privilegio de conocer a Iván Simonovis desde hace más de 20 años. Por allá, por el año 1986 trabajé en la Galería de Tiro Magnum como Supervisor General de Operaciones; para esa época, Iván Simonovis era Inspector en el Cuerpo Técnico de Policía Judicial (CTPJ), y provenía de la antigua Policía técnica Judicial (PTJ). En la Galería Magnum, además de los cursos para utilizar en forma segura y lícita las armas de fuego tanto deportivamente o como instrumentos de defensa personal, también se dictaban charlas sobre seguridad ciudadana y aspectos legales relacionados con la materia para los afiliados a la Galería Magnum, para los miembros de comunidades y asociaciones vecinales y también para instituciones públicas y privadas. En muchas de ellas participó Iván Simonovis. Daba gusto presenciarlas, oír sus consejos, sus puntos de vista y sus acertadas respuestas a las inquietudes que los afiliados y ciudadanos participantes planteaban.

Recuerdo especialmente una charla en la que también participó el Dr. Javier Nieves-Croes, que dictamos a la Junta Directiva en pleno de PEQUIVEN, en la que el Presidente de esa empresa estatal al agradecer nuestra presencia, tuvo especiales palabras de reconocimiento para Iván Simonovis tanto por su actividad profesional como por su labor por concientizar a la comunidad sobre los asuntos de seguridad ciudadana, muchísimas personas aprendieron a valorar y a sentir orgullo por la Policía Judicial, por las acciones y las palabras de este hombre; Iván Simonovis fue un apasionado por la Policía, un servidor público por propia convicción y las 24 horas del día.

Absolutamente comprometido con las comunidades, muchísimas veces puso en peligro su vida por defender a la ciudadanía y por defender el imperio de la Ley, o sea por cumplir con su deber, por supuesto sin esperar nada a cambio, ni prebendas ni favores especiales, por el contrario, muchos trasnochos, comer mal, improvisar sin recursos por parte de la administración, mala paga y hasta poca atención a su familia incluyendo la posibilidad de dejar a sus hijos huérfanos y su esposa viuda.

Nada de esto disminuyó su ánimo y entereza, pues su deseo de combatir la delincuencia y la injusticia, junto al amor por su familia siempre fueron su gran motivación; sus ascensos dentro de la Policía se los ganó cada uno, por sus innegables méritos; por donde pasó, solo dejó amigos y afortunadamente, muchos delincuentes tras las rejas; fue mucho lo que hizo Iván Simonovis en favor de las comunidades desde los cargos que ejerció.

Llegar al cargo de Secretario de Seguridad en la Alcaldía Mayor fue resultado del reconocimiento internacional de Iván como un hombre honorable, excelente profesional y un líder nato, el Sr. William J. Bratton, Comisionado de Policía para la ciudad de New York, cuando lo conoció simplemente quedó sorprendido con sus capacidades; Iván Simonovis nunca tuvo nada que ver con la Política, ni siquiera conocía al Alcalde Metropolitano, Alfredo Peña cuando este lo llamó para ofrecerle el cargo de Secretario de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Metropolitana de Caracas.

La pérdida de la libertad de Iván, es decir su "secuestro" es uno de los actos más bochornosos y aberrantes del actual régimen y no pasará mucho tiempo para que una sarta de cobardes tenga que pagar por lo que hicieron y continúan haciendo.

El 11 de abril de 2002, Iván Simonovis intentó por todos los medios a su alcance convencer a una exaltada y enardecida multitud para que no marchara hacia el Palacio de Miraflores, porque era absolutamente previsible una confrontación en la que seguramente muchos hombres, mujeres y niños que formaban parte de esa inmensa muchedumbre armada solo con pitos, banderas y convicciones llevarían la peor parte, como en efecto y lamentablemente, sucedió; es decir Iván Simonovis sólo hizo lo que juró hacer, defender a los ciudadanos, simplemente cumplió con su deber como siempre. La nobleza de Iván Simonovis es tal que simplemente es imposible, ni siquiera pensar, que pueda haber hecho una acción tan disparatada como la que intentan endilgarle con tan inexplicable saña.

Bony (María del Pilar), su leal y abnegada esposa, hermosa mujer venezolana, abogada, merece un capítulo aparte; Venezuela no necesita heroínas de papel, resultados oníricos de de un orate y de sus fantasiosas manipulaciones de la historia patria; he aquí una heroína de carne y hueso, con una inquebrantable moral y dignidad, luchadora incansable por la defensa de su esposo y madre convertida en el eje central de su familia y cuyo ejemplo es el orgullo de sus hijos ya quisieran muchos "machos" tener los ovarios de Bonnie.

Este país, señores y señoras, está en deuda con Iván Simonovis y con su familia.

¡HONOR A QUIÉN HONOR MERECE...!

Eutimio Rivas
Comisario (IAPEM)